Comunicado. Las variaciones climáticas, como lluvias intensas, periodos de calor o incluso inundaciones en diversas regiones de México, no sólo afectan la vida cotidiana, sino que también representan un gran desafío para la industria alimentaria: mantener la cadena de frío en alimentos perecederos para evitar desperdicios, cuidar la calidad de los productos y garantizar la seguridad del consumidor.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), hasta el 40% de los alimentos se desperdician en la cadena de suministro, y una de las principales causas es el mal manejo de la temperatura durante el transporte y almacenamiento. Cuando se añade el factor del calor extremo, este riesgo puede aumentar considerablemente.
“El reto va más allá de mantener fresco un producto; se trata de proteger su integridad nutricional, su inocuidad y, en última instancia, la confianza del consumidor. Sin una cadena de frío alimentaria eficiente y continua, los alimentos están expuestos a descomposición acelerada, proliferación de bacterias, lo que también puede provocar grandes pérdidas a las empresas”, señaló Carlos Humberto Infante y Loya, fundador y presidente del consejo de administración de Kryotec.
En distintos periodos del año, México enfrenta temperaturas muy por encima de lo habitual, lo que pone a prueba la infraestructura y los procesos logísticos de la industria alimentaria. En este contexto, comprender cómo mantener la cadena de frío en alimentos resulta esencial para asegurar que el transporte y almacenamiento se realicen bajo condiciones térmicas controladas.
Sin embargo, el principal reto recae en las pequeñas y medianas empresas del sector, que muchas veces carecen de una infraestructura de refrigeración robusta y eficiente para enfrentar condiciones de calor extremo. La falta de capacidad para mantener una temperatura adecuada en cada etapa del proceso puede derivar en lotes enteros de productos inservibles, retiradas del mercado y, en casos graves, alimentos contaminados que pueden causar enfermedades gastrointestinales o infecciones graves. Esto representa un daño irreparable a la reputación de marca, ya que una sola crisis basta para que los consumidores pierdan su confianza.
Además, los costos operativos se incrementan. Las soluciones de emergencia, como transportes refrigerados adicionales o almacenamiento temporal, encarecen los procesos y reducen el margen de utilidad, afectando la competitividad del negocio.
Adaptarse a estas variaciones climatológicas extremas requiere mucho más que termómetros. Las empresas que invierten en tecnología e innovación dentro de su cadena de frío tienen mayor capacidad para anticiparse a fallos, reducir desperdicios y garantizar la calidad de sus productos. Entre las soluciones más efectivas destacan:
Monitoreo continuo: el uso de soluciones IoT (Internet de las cosas) para mantener la cadena de frío alimentaria permite rastrear la temperatura de forma continua a lo largo del trayecto y en cada punto de almacenamiento.
Capacitación constante: el personal debe estar preparado para manejar productos sensibles y responder de forma adecuada ante contingencias o fallas operativas.
Prevención y planificación operativa: es fundamental acortar los tiempos de carga y descarga, optimizar trayectos logísticos y revisar vehículos antes de cada envío para asegurar condiciones térmicas adecuadas.
A estas soluciones se suma una que va más allá del transporte refrigerado: los empaques calificados, diseñados para garantizar la estabilidad térmica de los productos sensibles, incluso sin contar con una flota refrigerada. Estos empaques incorporan materiales aislantes que ofrecen alta eficiencia con menor impacto ambiental, así como sistemas de monitoreo de temperatura en alimentos.
El fortalecimiento de la cadena logística refrigerada no es sólo tarea de los grandes productores. Toda la industria, desde agricultores hasta retailers, debe asumir su parte en garantizar condiciones óptimas para el consumidor final, lo que implica mantener la cadena de frío en alimentos desde el origen hasta el punto de venta.
Los reguladores también tienen un papel fundamental. El establecimiento y vigilancia de normativas más estrictas en el manejo térmico de productos alimenticios podría evitar muchos de los problemas actuales. “Fortalecer la cadena de frío es una inversión a futuro, sobre todo en un mundo que cada año tiene cambios climáticos más extremos. No hacerlo puede tener grandes costos para las empresas”, concluyó Infante y Loya.
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